Allá por 2018, cuando la mayoría de nosotros todavía no se había puesto una mascarilla en la vida, yo ya estaba familiarizada con ellas y no por culpa del covid, sino por la contaminación en China.
Especialmente durante los meses de invierno en Changchun, el móvil me indicaba diariamente que la calidad del aire era “peligrosa”. A pesar de que Changchun es muy industrial y en invierno se consumen enormes cantidades de carbón por sus bajas temperaturas, la ciudad ni tan siquiera figura en la lista de las zonas más contaminadas de China. Y es que la contaminación en toda China es un tema muy grave, ya que emiten el 27% del dióxido de carbono y un tercio de los gases de efecto invernadero de todo el mundo.
Si bien es cierto que en la última década ha conseguido reducir bastante los índices de contaminación, las medidas parecen seguir siendo insuficientes. De hecho, se estima que 200 ciudades superan los valores límites de partículas suspendidas establecidas por la OMS, lo que deriva en un riesgo alto no solo de padecer enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sino también de graves impactos ambientales como lluvia ácida, sequías, contaminación por metales pesados… En definitiva, si China no toma urgentes cartas en el asunto para reducir drásticamente la contaminación, la Tierra no podrá ganarle la guerra al cambio climático.
Si queréis más información sobre el tema, podéis consultar los siguientes enlaces:
https://www.iqair.com/us/china
https://www.ecologiaverde.com/contaminacion-en-china-problemas-causas-y-consecuencias-4086.html